Está la cosita muy mala, que decía el clásico filósofo Chiquito de la Calzada… En realidad, sé que estas líneas me pueden costar un disgusto, pero en realidad no hago más que comentar la anécdota como me la han contado (puesto que es de un tercero, y esta vez pongo a Dios por testigo que no uso el recurso literario del amigo imaginario).
Se trata de un colega no-médico que se encuentra a un compañero de la facultad tras un largo periodo. El amigo era un tipo académicamente brillante, y se encuentra trabajando en un hospital público de tercer nivel, habiendo alcanzado el numero 10 del MIR de su año, y por tanto la especialidad que quiso. Lo que pasa es que precisamente por lo complicado de la vida del residente y médico asistencial, no ha tenido tiempo de tener un niño con su/s pareja/s de cada momento. Por tanto, el no-asistencial le comenta al otro lo que le ha pasado a su hijo en el ipad: los últimos episodios de Bob Esponja. El brillante médico no tiene acceso a la cultura contemporánea televisiva, y por tanto no conoce el intríngulis del personaje. Mi amigo le comenta que Bob Esponja es un tipo amarillo, encantado de ir a trabajar cada mañana (tanto que por él no descansaría nunca), sin horarios, motivado a tope por ir a hacer un trabajo que para otros es una matada inmensa, en el que está altamente especializado. Es más, podría decirse que el éxito de la empresa en la que trabaja se basa en su excelente manufactura del producto que sirve al público, gestionado por un propietario enamorado del producto pero al que le toca un pié el estado de sus trabajadores. En este sentido su compañero de trabajo Calamardo es la figura del escaqueado, un tipo al que le jode el alma que exista un Bob Esponja. No es posible que alguien trabaje en tan infecto agujero como es su empresa y esté tan y tan feliz de la vida, pensando que es una parte imprescindible de la misma. Bob no trabaja por dinero, lo hace por el placer de poner amor sirviendo a la gente sus obras maestras, las burguer cangreburguers. Es un artista del producto, pero es su jefe, el Sr Cangrejo, es aun mas artista del marketing. Incluso demasiado. Hace creer a la gente que es el mejor producto del mundo, y prefieren hacer cola delante de su establecimiento, abierto de salida a puesta del sol, que buscar alternativas en Fondo de Bikini. El tema es si el Sr Cangrejo se merece a Bob Esponja, que poco a poco puede convertirse en un Calamardo, y si Bob Esponja será capaz de darse cuenta que no se gana el respeto de la gente cruzando las calles con Patricio, un tipo sin oficio ni beneficio con el que convive puerta con puerta en Fondo de Bikini. En realidad, lo más lógico sería que Bob Esponja empezara a plantearse que su vida sería mejor si no trabajara para el Sr Cangrejo… pero a menudo el corazon siente cosas que la razon no entiende. Quizá lo mejor sea que Bob Esponja siga así, feliz, pensando que las hamburguesas le necesitan donde están… Mi colega no adornó tanto la narración, pero he encontrado oportuno contextualizar al personaje, porque a mitad de explicación al parecer tuvo esta visión: Bob Esponja es la metáfora de la vida de un médico de la sanidad pública. He celebrado la visión, porque lamentablemente creo que much@s (y quizá los que estamos más cerca de Plakton, que sería “el lado oscuro”) vamos a coincidir. O quizá no…